Comprendiendo lo incomprensible










La vida es intrincada, idas y venidas, gente que se va, gente que vuelve y gente que no está nunca. Es saltar en un trampolín bajo el claro cielo de una primavera, es mantener la compostura ante situaciones complicadas, es mirar hacia delante teniendo en cuenta lo que hay detrás, es entender lo ininteligible, es comprender lo incomprensible.
















jueves, 15 de diciembre de 2011

Otoño

Para J, que me pidió algún texto, siento que me haya salido tan... ¿colorido? ¿luminoso? Quizás más bien algo cursi...

 Una brisa tenue que es doncella infantil, brisa angelical
Arropa con dulzura, besa con labios rosados.
En violácea cuna, un etéreo arrullo empieza a musitar,
Revolviéndose entre sus brazos perlados,
Protegida en su seno,
Una hoja ambarina, triste y otoñal
Había perdido a su padre tosco, fuerte y sereno.
Con sus hermanas, en su paseo matinal,
Como todos los días de esa época del año
En los que se encuentran con ánimo festivo,
La ninfa blanca jugaba a sacudir a su paso,
Traviesas e inocentes hierbecillas que constituyen amarillento colorido.
Algunas le hacen una reverencia burlona, divertidas,
Otras le obsequian con su silvestre aliento.
Se encariñó pues con esa hojita pequeña, perdida
Que al alba ya mostraba una lágrima capaz de convencer al viento,
La pobre parecía tener frío,
Se sentiría sola, necesitaba a alguien,
Y  pensó que otro viajero haría más entretenido el camino.
Ya saben cómo son las princesas del aire,
Como todas las niñas nobles y bonitas de ademanes educados,
Caprichosas y tiernas, felices y gráciles,
Las hermanas ven que en los días anaranjados
Se pierden huérfanas a las que mecer, las más débiles y frágiles,
Con la tímida y taciturna belleza de la fragilidad.
Ellas les susurran: “No temáis, conocemos un sitio donde podemos ir,
Cristalino y musical,
Y podréis flotar y flotar y reír…”.
Las traviesas brisas dejan a sus protegidas
En el alegre movimiento de un río.
Las rojizas y ambarinas juegan en él a pillarse, entretenidas
Por equipos, se entremezclan, fluyen con brío.
Y ya no recuerdan a ese alto padre que fue tan querido,
Ni  sus hermanas más fuertes marchitan ya su contento
Tan solo bailan al delicioso ritmo
Del agua cayendo, del río riendo.