Comprendiendo lo incomprensible










La vida es intrincada, idas y venidas, gente que se va, gente que vuelve y gente que no está nunca. Es saltar en un trampolín bajo el claro cielo de una primavera, es mantener la compostura ante situaciones complicadas, es mirar hacia delante teniendo en cuenta lo que hay detrás, es entender lo ininteligible, es comprender lo incomprensible.
















miércoles, 6 de julio de 2011

Soledad

Resulta curioso como puede una sentirse sola cuando está rodeada de gente. Con el vello de los brazos erizado por la brisa, el ancho mar desplegándose frente a mí y la oscuridad de la noche sonriéndome miro a mi alrededor. El brillo incandescente que emite la pantalla de las blackberrys nos acompaña en esta noche oscura, el continuo teclear de mis amigas, absortas, aisladas de la realidad inmediata que tienen en sus narices y centrándose en una igualmente inmediata pero virtual. Las conversaciones deben ser más interesantes cuando están trasmitidas por esas pequeñas pantallas. Sus ojos se apartan de vez en cuando de los dispositivos, pestañean, sus bocas se abren, labios que esconden risas y besos, para comentar cualquier cosa. Al lado de ellas, estos chicos sin rumbo fijo. El pelo medio rapado, a veces recuerda a los viejos mohicanos, otras a reclutas que alzan sus armas para luchar contra una guerra de la que apenas saben nada. Hablan, pero su palabrería apenas resulta inteligible. No hablarán nunca de actualidad, de lo que pasa en este desbaratado mundo, y eso que no hay poco que decir sobre el asunto, ni del futuro lejano, el cual ignoran y no planean, si acaso te contarán cuánto cuesta la marihuana o cómo les extasió el último porro que se liaron, pero nunca dirían extasió, quizás alguno me preguntase el significado de esa palabra si leyera estas líneas.  Huele a hierba, a sal y a potente colonia. Huele a silencio. Mi mejor amiga despega su atención de la absorbente blackberry y charlamos. Sí, yo también me aburro. No, yo tampoco sé que ponerme este fin de semana. Sí, me está resultando apasionante el libro que me estoy leyendo. Eso último es una licencia poética para adornar un poco la conversación de ayer,rara vez se interesa por un libro. Y ahí estoy yo, con amigas a las que quiero muchísimo pero sólo sintiendo la compañía de las estrellas en lo alto y las olas al frente, en ese momento de mi vida en el que me pregunto: ¿y qué demonios hago yo aquí?  No quiero que me malinterprete nadie, las quiero y he compartido momentos especiales con ellas, pero a veces las soledad me engulle y  me siento como Paul McCartney en una discoteca de esas en las que retumba estridente música electrónica, solo que con menos talento que él.

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