De nuevo aquel sueño que desgarraba su alma y perturbaba su felicidad. Aquel chico de ojos verdes en los que moraban las frescas colinas de esa Inglaterra que siempre ha querido visitar, esa tez blanca, inmaculada, y esos labios tan jugosos y tentadores como el fruto prohibido. Jamás había visto un rostro así, y sin embargo, ahí estaba esa sonrisa desvelando sus noches, llevando la inquietud a su pecho en sueños confusos en los que se le aparecía con una idílica puesta de sol en una playa desierta como decorado. Su figura estaba tan cerca al principio que podía oler su fragancia de almizcle, fuerte y masculina (¿cómo era posible que pudiese percibir ese aroma en un sueño?). Después se iba alejando hasta ser una silueta difusa en el horizonte nacarado.
-¿Dónde vas?-preguntaba ella angustiada en el sueño.
-A perderme entre las aguas, a nadar entre las brumas.
Y desaparecía. Nueve noches desapareciendo entre las olas de un mar imaginario, el mismo torso, la misma mirada, los mismos labios. Aquel desconocido que irumpía en su mente sin derecho la tenía intrigada. Amanecía con el corazón acelerado y gélidas lágrimas lamiéndole los labios ante su partida. Ni siquiera lo conocía, pero le echaba ya de menos.
Ya despierta, aquella mañana de mayo bajó a la calle con aquel rostro tan misterioso inundando sus pensamientos, dirigiéndose como siempre al gimnasio. Con los cascos puestos, la música le transportaba a una cuarta dimensión. No habían árboles ese día, ni coches, ni pavimento, sólo esa imagen de la puesta de sol y el chico con un trasfondo de guitarras estridentes. Caminó, atravesó avenidas, mirando sin ver, y el tropiezo le devolvió a la realidad. Un mal paso, un escalón que había pasado desapercibido y ella en el suelo, confusa, avergonzada, su bolso abierto y sus cosas desperdigadas por el suelo. Soltó una pequeña maldición y empezó a recogerlas, con la vista fija en el suelo. Una mano le tendió su pequeño bloc de notas.
-Esto debe ser tuyo. Ves con más cuidado-. dijo una boz amable y divertida, agradable.
Alzó la vista y se quedó perpleja, aquel verdor en la mirada, esos labios apetitosos, esa sonrisa. Era él, el desconocido, con el pelo mojado, como recién salido de aquellas aguas de ensueño entre las que ella creía cada noche haberlo perdido. Él siguió su camino. Tenía que detenerle.
-Espera- él se volvió-. Yo... yo te conozco. Tu cara me suena muchísimo.
-Claro, vamos al mismo gimnasio- dijo él-. Te he visto a través de la cristalera mientras nado en la piscina y tú trabajas en las máquinas. De hecho, voy para allá ahora.
Por supuesto, ahora lo recordaba, moviendo sus estilizados brazos de forma acompasada en la piscina, yendo y viniendo entre aquellas aguas. Todo tenía ya sentido.
-Yo también.
-¿Vamos juntos entonces?
Asintió con una sonrisa que pronto desembocó en una carcajada. Él la miró extrañado.
-¿De que te ríes?
Ella sintió el impulso de explicarle que llevaba días soñando con él, torturándose por no saber quién era, sin darse cuenta de que lo veía cada mañana.
-De nada. ¿Y tu nombre?
Así, feliz, entre un alegre parloteo, se dirigió hacia el gimnasio, a practicar su rutina de diaria de deportes, como todas las mañanas. Pero aquella no fue una mañana cualquiera, fue el principio de su felicidad.

Entender lo antes ininteligible, crecer, madurar, empezar a ver las cosas con claridad. Ese es el tema de este microespacio en la vasta red, cómo se me antoja la vida. Aquí, mis poemas, mis textos, mis reflexiones. Cómo leí en la carátula de un gran disco, "Bacon del domingo para la generación de los lunes". Extractos de mi mente, sólo yo, mis ojos como título, la fotografía que tomé en aquel avión como fondo. Trozos de mí, de mis sueños, de la gente que quiero.
Comprendiendo lo incomprensible
La vida es intrincada, idas y venidas, gente que se va, gente que vuelve y gente que no está nunca. Es saltar en un trampolín bajo el claro cielo de una primavera, es mantener la compostura ante situaciones complicadas, es mirar hacia delante teniendo en cuenta lo que hay detrás, es entender lo ininteligible, es comprender lo incomprensible.
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