Las olas nunca juegan de igual forma
Y cuando al abrazar las rocas
Sus cabellos canosos al sol se desperezan,
No suelen repetir silueta.
La bruma plateada jamás danza el mismo valls en el aire,
Cada segundo es distinto aun siendo el mismo baile.
Cuando entre el frío se oculta una hoguera,
Su humo disipándose entre la sierra,
El orgullo de su calor le impide dibujar idénticas volutas,
Algunas grisáceas, otras más tenebrosas y rotundas,
Pululan en cada momento dispares,
Abriendo sus brazos, serpenteando fugaces.
Pero las manijas de un reloj siempre se deslizan de igual modo,
Mientras, nada permanece y cambia todo.
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